• 19 septiembre, 2025

LA DEFENSA TAURINA NO ES UN NEGOCIO

Por:Nestor Giraldo Mejia.


 Por: Khalid Velasco H. – Avanti Abogados Sas

Durante años he defendido la fiesta brava, pero el discurso “animalista” se ha basado en la categorización del negocio, se ha hablado de dineros, de aportes sociales, de intereses, de trabajo, etc. Por mucho tiempo he sido testigo y participante en las plenarias pudiendo dar fe de la conveniencia en la que se desarrollan: Horarios poco accesibles, tiempo de preparación limitado, sesiones repentinas, convocatorias que realizan y que jamás llegan al sector taurino (Les encanta discutir la tauromaquia sin taurinos). Veo también representantes que apoyaban nuestra fiesta, pero hoy nos dan la espalda reduciéndose a intereses propios y/o a los de sus votantes. Por años la tauromaquia ha sido usada políticamente para atraer votos (al igual que todos los sectores), pero para nosotros no hay un apoyo transparente y real… es puro contentillo en el congreso.

Por qué los intereses de unos pocos veganos desnutridos deben ser ley y debemos acomodarnos a sus estilos de vida precarios?

No olvidemos que La tauromaquia no es un espectáculo: es un latido.

Es el eco antiguo de la tierra que vibra en nuestras venas, el rito solemne donde la humanidad se contempla en el espejo del toro bravo: noble, indomable, puro.

En la arena no se juega un combate; se celebra la eternidad. Allí se alza el hombre con su fragilidad frente a la fuerza desbordada de la naturaleza. Y en ese instante, cuando la música se funde con la respiración contenida del pueblo, surge un arte que no cabe en definiciones: la danza del valor y de la belleza, el diálogo entre la vida y la muerte.

La tauromaquia es herencia, memoria viva de nuestras raíces. Ha viajado a través de los siglos, se ha mezclado con nuestra identidad y nos recuerda que la cultura de los pueblos no se mide en cifras ni en discursos, sino en símbolos que estremecen el alma. ¿Cómo arrancar de la historia lo que ha sido canto, poesía y ritual?

Colombia, tierra de diversidad infinita, guarda en la tauromaquia una de sus expresiones más intensas: un espacio donde confluyen el arte, el respeto y la pasión. Defenderla es defender la pluralidad de lo que somos, la riqueza de nuestras tradiciones, la dignidad de un legado que late en las plazas, en los cantos y en la memoria de nuestro pueblo.

Negar la tauromaquia sería negar la emoción de sabernos parte de algo más grande que nosotros mismos. Sería cortar el hilo invisible que une generaciones enteras en torno a una misma emoción compartida: la del ritual que nos enfrenta con lo más hondo de la existencia.

Por eso, hoy la defendemos con la voz del alma: porque es arte que se eleva sobre la arena, porque es tradición que nos arraiga a la tierra, porque es cultura que nos define y nos engrandece.

La tauromaquia en Colombia es un poema escrito con sangre y con música, con valor y con belleza. Y mientras existan corazones dispuestos a sentirla, seguirá siendo un fuego vivo en la memoria de nuestra nación.

Leave your Comments