Se les dice, se les advierte y se les sanciona, pero a pesar de todas las advertencias y sanciones los cachacos continúan en las calles como si el inminente contagio no les tocara.

Por: Leopoldo Portilla Mesa

Transcurridos 36 días del aislamiento obligatorio la capital colombiana -sin contar los cuatro que precedieron por mandato de la alcaldesa- se muestra como el centro de mayor número de personas enfermas por COVID 19, según las cifras oficiales del Instituto Nacional de la Salud y desde luego el número mayor de personas fallecidas todo debido a la indisciplina de los lugareños que se resisten a acatar las órdenes emanadas de los gobiernos nacional y local.

Claro, este comportamiento tiene algunas explicaciones a saber: El incumplimiento por parte del gobierno distrital en las entregas de los mercados y de los dineros prometidos a la población vulnerable, de extrema pobreza, víctimas de la violencia y desplazados, ubicada en los sectores más deprimidos de la ciudad. Lo que ha generado protestas callejeras de importancia y que ha sido necesario la intervención de la fuerza pública, especialmente en el norte y el sur de la ciudad. ¿Falta eficacia?

Las quejas porque un alto porcentaje de los habitantes de estos sectores son familias numerosas que viven el día a día durante el cual obtienen el sustento mediante su trabajo informal. Caminan largos trayectos para llegar a los sitios en donde logran vender sus mercancías. En la noche regresan y realizan seguramente la única comida. Todo bajo la prohibición -que no se cumple- porque se tiene que sobrevivir.

Las laderas de los cerros orientales de norte a sur albergan centenares de barrios muchos de los cuales no disfrutan de los servicios públicos. ¿Entonces será que la mirada de la Alcaldía Mayor no está dirigida por allí? Otros sectores como los de Kennedy, Suba y Usaquén cobijados también por ese manto del desamparo y la ausencia de las dependencias sociales distritales encargadas de cumplirles siguen en -modo espera- pero no saben hasta cuándo.

Por lo anterior los ciudadanos bogotanos recibieron con asombro el resultado publicado en la noche del -29A- por parte de una empresa encuestadora de reconocimiento nacional que favorece con el 82% a la Alcaldesa. Los analistas dicen que esa favorabilidad es sorprendente.

No se está justificando el comportamiento, pero si ha faltado celeridad en la ejecución de todos los compromisos. Después no se puede culpar a estas personas por el aumento de la contaminación y seguramente de la mortalidad, pues no se pueden dejar morir por hambre, ni por la enfermedad producida por el microscópico coronavirus.

La otra cara es la de los capitalinos que quieren pasarse la ley -como dicen coloquialmente por la faja- rumbas a puerta cerrada con todos los juguetes, ponen en peligro la vida de quienes sí juiciosamente están cumpliendo con el aislamiento preventivo obligatorio. Para ellos todo el peso de la ley.