Por: Nestor Giraldo M.

La plaza de Las Ventas de Madrid volvió a abrir sus puertas para dar paso a aficionados ávidos de toros y más sin haberse podido celebrar la tradicional feria anual de San Isidro por culpa de la pandemia del Covid-19. Se vendieron todas las localidades habilitadas para el evento que se llamó LA CORRIDA DE LA CULTURA anunciando los nombres de Antonio Ferrera y Emilio de Justo en mano a mano con toros de Victoriano del Rio.

Se lidiaron toros de Victoriano del Rio y Toros de Cortes (1), correctos de presentación y con diversidad en sus comportamientos, destacando el corrido en cuarto lugar al que se premió con la vuelta al ruedo.

Hay quienes no comulgan con algunas innovaciones en el toreo de Antonio Ferrera que ha evolucionado mucho en sus formas intentando torear más despacio, con más gusto, de manera más relajada pero colocándose a muchos metros del astado a la hora de la suerte suprema, suerte que ha cuajado en algunas ocasiones pero en otras no como sucedió en su primero al que atravesó y en corto en segunda instancia dejó un golletazo vulgar. Antes había dado orden a su picador de traspasar las líneas para picar casi que en el centro del albero. En síntesis el extremeño se fue de vacío habiendo podido dar mejor lidia al tercero que ofrecía más garantías.

La madurez profesional en la que esta Emilio de Justo, lo tiene proyectado a que cada vez que se viste de luces, sale a por todas, sea la plaza que sea y con más obligación y responsabilidad en Madrid, plaza exigente que no admite mediocridad alguna. Por eso las tres orejas cortadas por el diestro de Cáceres tienen un mérito y significado superlativos ratificando el buen momento por el que está atravesando, toreando de manera magnifica, con naturalidad, verticalidad y sobretodo con gran verdad, colocando el pecho por delante y ajustándose en muletazos con enorme profundidad. El resultado, una oreja del segundo, las dos del cuarto en gran faena de artista brindada al maestro César Rincón y pudo conseguir algún trofeo más en el sexto si no es por culpa de los aceros.