La plaza de toros de El Bonillo acogió a los matadores de toros Andrés Palacios, Filiberto y Mario Sotos quienes salieron a hombros por la Puerta Grande del coso albaceteño. Tarde lluviosa.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

La lluvia pertinaz imposibilitó en parte el desempeño de los ejemplares que lucieron la divisa de la ganadería de los Hermanos Garzón Valdenebro por el estado del piso no apto para la lidia, escasos de fuerza excepción del primero. El sexto el menos potable. Calidad y nobleza tuvo el encierro. Toreros que durante estos años de pandemia le han puesto la cara para no dejar que paulatinamente vaya perdiendo la importancia que la tauromaquia requiere.  No en vano el esfuerzo de estos diestros que pocas oportunidades tienen se ve reflejado en la realización de estas corridas que la Fundación del Toro de Lidia con la colaboración de los Ayuntamientos están programando en este 2022. Pero también en aras de justicia y de méritos de estos espadas debería redundar en un mejor tratamiento por parte de las grandes empresas.

Andrés Palacios torero de buen corte, expuso su tauromaquia de muy buena forma, con profundidad particularmente en las series que ejecutó por el pitón izquierdo en el primero de su turno el mejor de la tarde. En el segundo de su lote su colocación fue fundamental para que la breve y buena faena fuera premiada con un apéndice al igual que la primera.

Filiberto cortó dos orejas en el 5º de corta embestida, al que le instrumentó tandas en redondo por el derecho y promediando la faena naturales que conectaron con la parroquia que le premió con la petición de las dos orejas concedidas por el palco.

Mario Sotos su oficio y profesionalismo fueron determinantes en la labor realizada ante los toros que como los anteriores acusaron su falta de fuerza en los diferentes tercios de la lidia, lo que no fue óbice para gobernarlos mediante las series de derechazos y naturales de buena factura. Dos orejas.