ALTA TEMPERATURA
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- admin_taurinos
- 17 mayo, 2022
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Es la que se está viviendo en Colombia motivada por la campaña electoral que se está desarrollando. Ataques van y vienen entre los candidatos fuera de contexto. La moral, la decencia y la civilidad desparecieron de esta contienda política. Ahora entran los GAO a este escenario con un aluvión de amenazas.
Por: Leopoldo Portilla Mesa.
No es extraño para nadie la situación por la que se está atravesando en el país. De antemano se conocía que los ataques entre los candidatos avivarían la temperatura y en consecuencia la polarización. El juego que le vienen dando los medios de comunicación comprometidos especialmente con el candidato que vaticinan llegará sin duda alguna a la Presidencia de la República, contribuyen con total desfachatez a que la situación empeore. El mundo de la utopía, de la crueldad, un mundo alucinante en el que soterradamente el ímpetu de la crueldad está implícito en el aspirante del Pacto, esa ayuda conlleva un único desvelo, el de ser poderoso para poder aplastar al enemigo del frente o del que piense o actúe diferente. Un tinglado propuesto que convirtió al adversario en el rival a vencer sin importar la forma.
Una catarata de promesas aleatorias e incumplibles hechas en cada una de sus manifestaciones con el mayor cinismo, es la manera con la que espera obtener los votos necesarios para llegar a la Casa de Nariño. Será un voto que no está libre de presión, ni tampoco de la mercadería ya establecida. Los relatos fantasiosos como la conversión de las pensiones en dineros públicos, la supresión de la exploración del petróleo, la expropiación de la propiedad privada, el subsidio universal, la contratación por el estado al desempleado, el perdón social a los condenados por corrupción, incluido hasta el ELN para que no exista más insurgencia armada contra el estado, ni narcotraficantes al lado del estado, esto calificado como -acto revolucionario e histórico- que busca justicia reparativa para que todos los colombianos se perdonen. Todo esto según sus áulicos para que lo pueda cumplir necesitaría por lo menos 20 años de gobierno, tiempo para ellos y su vice Francia en el que podrían vivir sabroso. Cerca está la fecha electoral -29M-para que Colombia decida si esa política ilusionista es la que necesita o la que está enmarcada dentro de la evolución democrática propuesta por el otro competidor.
Se calienta mucho más esta campaña política por la amenazas de muerte de los grupos armados organizados a los aspirantes presidenciales que requieren un refuerzo de su equipo de seguridad. Muchas son las críticas al gobierno que está por terminar por no tener un control estricto de las zonas vulnerables que están siendo el escenario propicio para que estos grupos violentos atemoricen a sus habitantes e impongan con la fuerza de las armas la gobernabilidad.
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Por: Leopoldo Portilla Mesa.
No es extraño para nadie la situación por la que se está atravesando en el país. De antemano se conocía que los ataques entre los candidatos avivarían la temperatura y en consecuencia la polarización. El juego que le vienen dando los medios de comunicación comprometidos especialmente con el candidato que vaticinan llegará sin duda alguna a la Presidencia de la República, contribuyen con total desfachatez a que la situación empeore. El mundo de la utopía, de la crueldad, un mundo alucinante en el que soterradamente el ímpetu de la crueldad está implícito en el aspirante del Pacto, esa ayuda conlleva un único desvelo, el de ser poderoso para poder aplastar al enemigo del frente o del que piense o actúe diferente. Un tinglado propuesto que convirtió al adversario en el rival a vencer sin importar la forma.
Una catarata de promesas aleatorias e incumplibles hechas en cada una de sus manifestaciones con el mayor cinismo, es la manera con la que espera obtener los votos necesarios para llegar a la Casa de Nariño. Será un voto que no está libre de presión, ni tampoco de la mercadería ya establecida. Los relatos fantasiosos como la conversión de las pensiones en dineros públicos, la supresión de la exploración del petróleo, la expropiación de la propiedad privada, el subsidio universal, la contratación por el estado al desempleado, el perdón social a los condenados por corrupción, incluido hasta el ELN para que no exista más insurgencia armada contra el estado, ni narcotraficantes al lado del estado, esto calificado como -acto revolucionario e histórico- que busca justicia reparativa para que todos los colombianos se perdonen. Todo esto según sus áulicos para que lo pueda cumplir necesitaría por lo menos 20 años de gobierno, tiempo para ellos y su vice Francia en el que podrían vivir sabroso. Cerca está la fecha electoral -29M-para que Colombia decida si esa política ilusionista es la que necesita o la que está enmarcada dentro de la evolución democrática propuesta por el otro competidor.
Se calienta mucho más esta campaña política por la amenazas de muerte de los grupos armados organizados a los aspirantes presidenciales que requieren un refuerzo de su equipo de seguridad. Muchas son las críticas al gobierno que está por terminar por no tener un control estricto de las zonas vulnerables que están siendo el escenario propicio para que estos grupos violentos atemoricen a sus habitantes e impongan con la fuerza de las armas la gobernabilidad.