La vocación del gobierno actual es pretender llevar rápidamente al país al descalabro económico, a la pobreza total con el cúmulo de afirmaciones que hacen en los diferentes escenarios causando zozobra, incertidumbre y un malestar general en la sociedad. El desarrollo no cuenta. Su creencia no está alineada con el objetivo.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

En los escenarios internacionales sorprenden los representantes del país por el contenido de sus diatribas desde el mandatario, sus colaboradores, hasta el más desconocido de sus colaboradores. No existe coherencia en sus aseveraciones internas y lo manifestado externamente. Es una narrativa diferente que confunde y preocupa a todos los gobiernos que tienen punto de contacto y/o interés de establecerlo por carecer de la planificación y sustentación requerida. Insiste el gobierno en no firmar nuevos contratos para la exploración y explotación de petróleo, gas y carbón, lo cual no tendría un efecto real contra el calentamiento global dado el bajo aporte de Colombia en emisiones de gases contaminantes, afirman la mayoría de expertos en el tema. Pero sí, esta decisión produciría un grave des-aceleramiento económico y social,  porque como se conoce ampliamente la industria de los hidrocarburos es el principal motor del aparato productor. Por supuesto aconsejan se debe mantener y conservar la autosuficiencia para que un futuro no tenga que depender de los vecinos. No es exacto el predicamento de la señora ministra que tiene a cargo el manejo de esta política de hidrocarburos que la celeridad precipite el cierre de las importaciones de naciones consumidoras. Su arrogancia y fundamentalismo le hacen perder la lógica.

El otro tema, álgido por demás, es el de la paz total. Se está vendiendo como en el gobierno Santos, una imagen poco coincidente con la realidad. El escalamiento de la violencia es innegable, como el aumento de los cultivos de coca y en consecuencia el número de hectáreas, según la oficina encargada de la vigilancia en los Estados Unidos se sobrepasa las 250.000, el manido cese al fuego bilateral, que se anunció el primer día del año desde la Casa de Nariño y desmentido a pocas horas por la contraparte, tiene en ascuas a la sociedad. Engaño y misterio es el manto con el que se cubre este proceso del que la gran mayoría tiene desconfianza. La salida que tuvo quien ejerce la presidencia ante los medios de comunicación dada en Davos (Suiza) causa hilaridad <algún día se sabrá lo que pasó> Increíble. Las generosas concesiones ofrecidas por el gobierno a los violentos pareciera no han tenido la repercusión que se esperaba. Son más de veinte los grupos al margen de la ley dedicados al narcotráfico y a la criminalidad que piden pista, además de las concesiones que conducen a la impunidad, también exigen un tratamiento político. Los juristas en sus exposiciones resaltan que para ellos no puede haber amnistía o indultos, solo puede haber sometimiento. Verdadera angustia y sufrimiento por todas estas decisiones que no han producido otra cosa que una inseguridad total e incontrolable en toda la nación. Muchos bandazos, poca gobernabilidad, demuestran la carencia de eficacia y talento para resolver los grandes problemas que aquejan a los millones de seres humanos que habitan es esta república, agobiados también por la catarata de impuestos con el que el mandatario viajero decretó para este nuevo año.