CASTELLA ABRE LA PUERTA GRANDE DE “CAÑAVERALEJO”. ENCIERRO DE ESCASO JUEGO DE “LAS VENTAS DEL ESPIRITU SANTO”
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- 29 diciembre, 2024
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Por: Néstor Giraldo Mejía.
La corrida con más expectativa y esperada del serial caleño, resultó ser la más desilusionante por las condiciones climáticas en que se dio con hora y 30 minutos de retraso y la constante lluvia que acompañó a los asistentes que cubrieron tres cuartos de los tendidos de “Cañaveralejo”.
Luego fueron saliendo uno a uno los ejemplares pertenecientes al hierro de “Las Ventas del Espíritu Santo” que dieron poco juego en las telas de los alternantes a los que les sobró voluntad y ganas como quiera que reunir los nombres de tan rutilantes figuras del toreo era de máxima complejidad.
Dos hechos importantes marcaban la tarde; aniversario de la inauguración de la plaza un 28 de diciembre de 1957 y la despedida del espada vallecaucano Luis Bolívar.
Ha llegado Sebastián Castella pisando fuerte y demostrando el momento importante por el cual está atravesando, construyendo las faenas con base en la paciencia, la parsimonia, la lentitud y el oficio que se requiere al frente de un toro bravo. Nada de aspavientos, todo con sensible manejo de su instrumento textil templando cada embestida, haciendo girar la res alrededor de su cuerpo sin descomponerse. Así fueron quizás las dos faenas construidas por el francés en “Cañaveralejo”, cada una premiada de manera justa con una oreja.
José Mari Manzanares, sutileza y arte con su primero que tuvo poca fuerza dejando espadazo completo, siendo obligado a saludar. Su segundo, protestando en la muleta del alicantino quedándose corto en las embestidas, cogiéndolo por fortuna sin consecuencias. Pinchazo y estocada para que la concurrencia guardara silencio.
Los dos ejemplares de Luis Bolívar con los que se despidió estuvieron marcados con los números 4 de nombre “Dalia” con 450 kilos y “Lulo” marcado con el número 26 con 468 kilos de peso. La afición de Bolívar es desmedida. Largas cambiadas con la capa y después de brindarle al trio foráneo, trato de acoplarse con un ejemplar que pocas opciones le dio quedándose en medias embestidas. Silencio después de espadazo contundente. Al séptimo le cortó la oreja a pesar de su debilidad y poco recorrido, finiquitándolo con espada desprendida.
La falta de fuerza del cuarto, condicionó la labor de Alejandro Talavante que poco y nada pudo realizar, pasando fatigas por el mal empleo de los aceros escuchando un aviso. El que cerró plaza tampoco le brindó la posibilidad de triunfo, siendo un ejemplar con genio soltando la cara de manera peligrosa en los engaños. Silencio.
Fotos: Cortesía de Diego Alaís y William Cortés