• 19 septiembre, 2024

DOLOROSO REGRESO

DOLOROSO REGRESO

No se puede tapar el sol con una mano. Se tiene que reconocer que Colombia es un país violento. Lo acontecido en la noche del pasado martes -3A- en el estadio de futbol El Campin de Bogotá pareciera ser la continuación de los violentos hechos que se vienen sucediendo desde el pasado 28 de abril y por actores que mostraron igual comportamiento.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

Los violentos hechos que sucedieron en la noche del pasado martes 3 de agosto en el estadio de futbol de -El Campin- de Bogotá D.C; fecha en la que se autorizaba por parte de la Alcaldía Mayor el -retorno controlado al 50%- de los aficionados a sus instalaciones con motivo del encuentro entre dos de los equipos llamados grandes del rentado nacional Santa Fe y Atlético Nacional de la ciudad de Medellín, las barras seguidoras del conjunto de la capital antioqueña emprendieron con dureza un ataque contra sus similares bogotanas que se encontraban distantes del sitio de los agresores. El ataque se produjo en el -intermedio del partido- provocando que los receptores de la agresión entre los que se encontraban menores de edad en compañía de sus padres, adultos mayores, invadieran el terreno de juego, buscando la protección de la fuerza pública. Resultado, varios hinchas santafereños lesionados, uno de ellos de pronóstico reservado y otros cuantos policiales heridos. El partido continuó después de un prolongado intermedio por decisión consensuada del oficial de policía que estaba cargo del control, del presidente de la Dimayor y autoridades deportivas del Distrito Capital, para evitar que el caos se intensificara si la -disputa de los conjuntos se hubiera suspendido- en los exteriores del escenario.

Lo ocurrido hace pensar que la satanización para el futbol no se hace esperar por parte de la alcaldesa que aprovecha la coyuntura para hacer política. Queda nuevamente prohibido el acceso de público a los estadios de futbol de Bogotá. Igual determinación debería tomar con quienes continúan en las noches vandalizando, destruyendo bienes públicos y privados, bloqueando vías y atacando a civiles. Y también a los miembros de la policía que defienden los intereses, derechos y vida de los habitantes.

¡Claro! que la tauromaquia capitalina no se salvó de la violencia… pero de la violencia verbal que protagonizó una cabildante del partido Verde -mismo de la alcaldesa- que como sus copartidarios utiliza un lenguaje de odio y venganza, polarizante, que las llevó a transgredir un fallo de la Corte Constitucional al firmar un proyecto de acuerdo que causa hilaridad por lo absurdo de su contenido. Violencia verbal de la que se conoce su propósito. Imponer su ignorancia sobre el tema y causar un daño psicológico para hacer creer que las corridas de toros son causantes de violencia. Sus mentes no pueden entender que existen personas que tienen un pensamiento diferente al suyo sin necesidad de aceptarlo. Por eso atropellan y abusan del poder.

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