EL DRAMA Y EL MAGISTERIO PRESENTES EN LA TAUROMAQUIA

Por: Néstor A. Giraldo Mejía

Mientras en Madrid caía herido con fractura de clavícula Paco Ureña que por su faena épica paseó un trofeo en la corrida In Memoriam homenaje a Antonio Chenel “Antoñete”; el gravísimo percance del diestro galo Dorian Canton en Aire Sur l´Adour con cornada en la cara cuyo pronóstico grave lo resumió así su apoderado ‘Tuvo suerte que la cornada fue más superficial que profunda y no hay nada tocado. Eso sí, la extensión es muy grande, porque llega desde la parte inferior de la oreja a la barbilla. Tiene 45 puntos de sutura. Impresiona mucho’, asegura el apoderado, entre tanto decía, la obra de arte de Enrique Ponce en Istres dejaba correr lágrimas de emoción a los aficionados por tan soberbia presentación ante el gran toro de nombre “Bromista” de Juan Pedro Domecq que indultó recibiendo los máximos trofeos. La lentitud, cadencia, ritmo, estética y facilidad con la que acaricia las embestidas de los toros, no la tiene sino el diestro de Chiva que lamentablemente está en su etapa de despedida de las plazas.

Las dos caras de la moneda se ven en este espectáculo de la tauromaquia en el que se viven momentos de drama y tragedia como el de los espadas Paco Ureña y Dorian Canton con sus respectivas lesiones, pero también se vive la emoción, el abismo profundo de arte, el valor, la improvisación genial del ballet que prodiga el maestro Enrique Ponce quien nunca toca techo porque siempre tiene el repentismo artístico para dejar plasmada en la retina de los aficionados el efímero momento de su magisterio. 

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