No cabe duda que el anuncio de Enrique Ponce de su retiro indefinido de los ruedos, ha causado sensaciones de tristeza para algunos y satisfacción para los villamelones que nunca lo han querido y que de manera cicatera no ponderan su carrera profesional.

Ponce es un torero de época, 30 años en figura del toreo se dice pronto y es innegable su alto nivel de honestidad profesional y artística.

Para destacar siempre su caballerosidad, su cultura sin rehuir nunca una entrevista, una foto o un autógrafo, virtudes que lo enmarcan dentro de los más altos estándares de una conducta intachable como ser humano.

Como artista, la elegancia, la estética, el conocimiento que ha adquirido a través de los años del ejercicio profesional, la madurez, la disposición siempre por dejar satisfechos a los aficionados, hacen de Enrique Ponce una autentica figura del toreo.

Recorrió las plazas del mundo de Europa y América; probó todos los encastes existentes; en las estadísticas es líder como el torero con más indultos en su haber; desde hace treinta años ha alternado con todas las figuras del toreo españolas, francesas, portuguesas, mexicanas, colombianas, peruanas, venezolanas y ecuatorianas.

En lo que a Colombia respecta, el maestro Ponce siempre será recordado por sus innumerables triunfos en todas las plazas en donde se presentó en tardes mágicas de sabiduría, de cátedra taurina, de genialidad y portentosa estética y poderío.

Es justo para un torero como Enrique Ponce que le ha dado tanto lustre a la tauromaquia, hacer un alto indefinido en su carrera profesional tan llena de éxitos y triunfos para dedicarse a su familia, a su ganadería y a sus negocios industriales tan prósperos y florecientes.