Nacido en Galapagar en 1975 pareciera haber llegado al mundo con el toque mágico. A los veinte años y después de haber toreado medio centenar de novilladas entre España y México, toma la alternativa en el ruedo de Insurgentes de manos de Jorge Gutiérrez y de Manolo Mejía con los toros de Xajay y Teófilo Gómez.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

La evolución entre el becerrista que recorrió los escenarios en que se celebraban las fiestas y los festejos taurinos en las plazas de las comunidades hispanas y aztecas y el pronto llegar al escalafón inferior la mostró José Tomás en el corto tiempo, gracias a su abuelo Celestino que desde muy pequeño lo llevaba a Las Ventas, plaza que le despertó la afición y el gusto por ser torero.

Este 10 de diciembre del 2020 año bisiesto del que la humanidad quisiese no acordarse  por la tragedia que ha causado, el torero de Galapagar sobrino-nieto del ganadero Victorino Martín Andrés ya desaparecido, recuerda ésta misma fecha pero de 1995 en el que se le concedió el doctorado en la Monumental de México la más grande del mundo, de manos de los toreros mexicanos Jorge Gutiérrez y Manolo Mejía quien sustituyó a David Silveti espada que había sido escogido por el toricantano para la ceremonia. Mariachi nombre del toro perteneciente a la ganadería de Xajay fue el -nada fácil examinador- coprotagonista, que permitió el alumbramiento taurino de uno de los más grandes toreros, que lastimosamente en la actualidad se le disfruta esporádicamente.

La afición del mundo no le olvida. La admiración y cariño la mantienen incólume. José Tomás Román, torero grande… de masas, 25 años de alternativa, de gloria y menos de sufrimiento, el planeta del rito de tauro lo quiere volver a ver.