Corrida de toros con un cartelazo que había despertado mucha inquietud. Ponce, Morante y Aguado era una de las ternas de más solera por la esencia pura del arte y la estética. Y el complemento los toros de Juan Pedro Domecq nada para objetarle… pero no se dio como se intuía.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

El corazón se acelera, el pensamiento con la celeridad de la luz, el deseo y la ansiedad hacen al aficionado pensar que todo el buen hacer del que bien vienen precedidos los espadas y el correcto juego de las reses en oportunidades anteriores, se realice. Pero  no ocurrió así. En el ruedo del Palacio de Vistalegre este viernes 14 los espectadores presenciales y los que recibieron la señal vía internet, no les quedó nada en la retina para el recuerdo.

Tan solo la actuación del torero Morante de la Puebla que manejó capote y muleta con arte y ritmo al segundo de la tarde. Faena muy ceñida a los parámetros de la ortodoxia. Le concedieron una oreja.

La sinopsis de la corrida es así:

Plaza de toros de Vistalegre, Madrid. Segunda de Feria. Asistieron aproximadamente 3.000 personas en los tendidos.

Toros de Juan Pedro Domecq y uno, el quinto bis, de Daniel Ruiz. 

Enrique Ponce, silencio y silencio. 

José Antonio «Morante de la Puebla», oreja y pitos. 

Pablo Aguado, ovación y silencio.