López Simón, David de Miranda y Antonio Linares abrieron la puerta grande de la plaza de toros de Tomelloso Torería, mucho oficio y valor sereno por parte de la terna. Toros de Virgen María y Santa Ana que decepcionaron.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

Reinó gran ambiente por parte de los habitantes de esta municipalidad de Tomelloso -Ciudad Real- que acudieron y coparon el total del aforo permitido para esta corrida que tenía un fin benéfico. Se percibe en los diferentes festejos el enorme deseo de los aficionados de asistir a su fiesta nacional y con su respaldo colaborar en la lucha por su pervivencia.

Comparecieron a la cita los toreros López Simón, David de Miranda y Antonio Linares que se las entendieron con un juego irregular de los astados que lucieron la divisa de la ganadería de Virgen María y Santa Ana, su comportamiento rayó en la falta de casta, de clase y por supuesto de nobleza. El más potable fue el último de la tarde. Las malas ideas, las acusaron, y los toreros no estuvieron exentos de los sustos. El banderillero de la cuadrilla del diestro de Huelva -Francisco Javier Tornay- sufrió un percance cuando entraba al burladero. Fue intervenido en la enfermería de la plaza de una cornada doble en la parte inferior del gemelo y en el muslo derecho.

López Simón, (foto) diestro curtido y valiente para lidiar esta clase de ejemplares, tuvo que acudir al oficio e intentar torearlo con precauciones al primero de su lote. Se deshizo rápidamente de dos pinchazos y descabello. El segundo un toro de embestida incierta y peligrosa, a base de aguantarlo y exponerle, logró embeberlo en los vuelos de la muleta e instrumentar series por el derecho de muy buena factura. Lo despenó de una entera de buena colocación. Dos orejas.

David de Miranda el espada de Huelva con un castaño oscuro que por izquierdo tuvo recorrido, lo aprovechó y sacó dos series que ilusionaron. Pero el morlaco no llegó a más. Voluntad y compromiso. Una oreja. El segundo de su lote, mostró más peligro, venciéndose por ambos pitones, pero el onubense no se arredró y con talento, valor sereno, encontró la manera de desengañarlo; buenos muletazos siguieron pero por pocos minutos. Lo despachó de una estocada en todo lo alto. Una oreja.

Antonio Linares un espada que viene dejando buenas sensaciones, también como sus compañeros, puso la carne en el asador y el toreo de cercanías, que a decir verdad le dio buenos recaudos. Una oreja cortó en el tercero de la tarde. Y en el del cierre, el de un poco más de potabilidad del encierro, se la jugó, sin exigirlo y dándole espera después de cada muletazo, se le presentó el momento de prodigarle tres series por el pitón derecho largas y templadas que le hicieron merecedor del doble premio. Faena con mucha torería.