Por: Néstor A. Giraldo Mejía

La vigésimo segunda corrida del abono de San Isidro dejó como resultado un encierro con muchas complicaciones, manso y descastado con excepción del quinto, marcados con el hierro de José Escolar.

Pedirles a los toreros florituras, ligazón, estética y belleza artística, es imposible con ejemplares como los enviados hoy a Madrid por José Escolar que fueron desiguales en presentación y fuera de eso ofrecieron mansedumbre y malas ideas desarrollando sentido.

El mejor librado fue Gómez del Pilar que lidió el quinto con valor, aprovechando algunas embestidas nobles del toro deslizándose en la muleta con recorrido pero eso si tragándole con firmeza. Logró meter más de media espada y como recompensa, le fue otorgada una oreja.

Faena corta en la que pudo haber sacado mínimo una serie más de muletazos fue la que realizó al cuarto Esaú Fernández.  Se limitó a dos series y se fue a por la espada llevándose la desaprobación de los espectadores.

El lote de menos potabilidad lo sorteó el espada de Colmenar Viejo, Miguel de Pablo que recibió voltereta y al auscultarse por parte de los médicos, expidieron el siguiente parte: Miguel de Pablo ha sufrido un ‘puntazo corrido en la región lumbar y sacro ilíaca derecha. Pronóstico reservado’, siendo trasladado a la Fraternidad, para ser sometido a estudio radiológico.