Después de la triple puerta grande el día anterior de los espadas Rafaelillo, Manuel Escribano y el mexicano Leo Valadez con un buen encierro de La Palmosilla, con plaza llena una vez más, se dio la séptima corrida de la feria de San Fermín en Pamplona.

Se lidiaron ejemplares de Cebada Gago bien presentados, astifinos y complicados.

Toro blandito el primero de la tarde con el que estuvo bien Juan Leal, quizás pasándose un poco de faena y complicándose la situación para pasaportar el ejemplar con dos pinchazos y estocada perdiendo lamentablemente una oreja por su  labor. Inició de rodillas y la faena con redondos invertidos templados fue del gusto de la parroquia. Silencio tras aviso. Sin trascendencia la faena del cuarto que ofreció mucha complicación al espada francés que puso voluntad y porfía en su labor. Estocada. Silencio

Román estuvo decidido en muletazos de trazo largo y templado por el pitón derecho. Por el izquierdo le protestó echando la cara arriba desluciendo los muletazos. Epilogo de su labor por manoletinas. Pasaportó de gran estocada. Al quinto le corrió la mano por el pitón derecho de manera templada. Le bajó mucho la mano por el izquierdo por donde tuvo muy buena condición el ejemplar. Pinchazo y estocada trasera. Vuelta.

Jesús Enrique Colombo alegró con estupendo segundo tercio a los aficionados. Toro con movilidad pero con embestidas por arriba sin clase y calamocheo permanente sin dejar estar al torero patriota. El viento también incomodó la labor del diestro. Pinchazo y estocada entera. Saludo tras petición. Con el sexto, una vez más lució colocando tres magníficos pares de banderillas que causaron hilaridad en los tendidos. Doblones muy toreros iniciando faena. Labor poderosa aunque se produjo de uno en uno a un toro que le permitió instantes de lucimiento. La estocada fue de perfecta contundencia y el pañuelo asomo en el palco presidencial para premiar al torero venezolano.