REFLEXIONES
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- admin_taurinos
- 11 abril, 2021
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Concluidas las dos semanas que el mundo católico celebra anualmente la Semana Santa y la Semana de Pascua, más las limitaciones que ha impuesto la pandemia del coronavirus han servido para reflexionar sobre el pasado, presente y futuro de Colombia.
Por: Leopoldo Portilla Mesa.
-El punto de inflexión para desarrollar el discernimiento del pasado y presente de Colombia e ir concatenando los acontecimientos se inicia con el Bogotazo, el primer magnicidio ocurrido en el país bajo el gobierno del presidente Mariano Ospina Pérez, con el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948. El presunto autor material Juan Roa Sierra perseguido y agredido por la turba que lo sindicó desde el primer momento, hasta ocasionarle la muerte, lo arrastró por las calles y su cadáver depositado en la puerta de la Casa de Nariño. Suceso que desencadenó una fuerte ola de violencia en todo el país, que al parecer se consideró que terminaba diez años después, pero no fue así. Esta ola de violencia prosiguió su curso -no imaginado- por la aparición del conflicto armado interno que ha tenido como protagonistas a las Fuerzas Militares y de Policía, a los desnaturalizados grupos guerrilleros, paramilitares, autodefensas, bandas criminales y narcotráfico. Situación que parece no tener final, a pesar de un trueque que realizó hace cuatro años de un galardón -Premio Nobel de Paz- por una relativa paz.
-Han transcurrido más de siete décadas. La evolución, intensidad y escalamiento del conflicto sigue cobrando un número escalofriante de vidas y víctimas que se encuentran esperando verdad, reparación y no repetición por parte de sus victimarios. Lo que significa que los dieciocho presidentes que han estado dirigiendo los destinos de la nación han fracasado en esto tan puntual como es la paz.
-Los partidos tradicionales a punto de desaparecer, e increíblemente, reemplazados por los llamados partidos alternativos no ofrecen esperanza alguna de lograr la paz. Son ya dos generaciones que nacieron y convivieron con ese lastre y la que sobrevive, que está muriendo ahora por cuenta del covid19, parten a la eternidad sin conocerla, ni disfrutarla, teniendo ese derecho Constitucional. Hombres y mujeres que por su trashumancia política, faltos de ética, de doble moral, recalan en esos movimientos, cambian abruptamente de ideología con el propósito de obtener mejores réditos hace poco creíble su discurso. Mitómanos de profesión. Se quejan de la polarización pero son ellos con su actitud los principales protagonistas.
-Lo cierto es que en el tiempo recorrido no ha aparecido un verdadero estadista que genere confianza, que tenga visión, liderazgo interno y externo, que ejerza una presidencia moderna, que logre un gran acuerdo socio-económico tras el gran desastre causado por la pandemia, que su idealismo y pragmatismo le ayuden al desarrollo de todos los grandes problemas de la nación, son entre otras, las cualidades que debe tener el aspirante -si apareciera- a la presidencia de la república.
Reflexiones de los colombianos que se preparan para elegir un nuevo gobernante y miembros del Congreso, ojalá estén iluminados, la sensatez no los abandone y no depositen un voto por personas que los conduzcan al precipicio. Por el contrario elegir a quien pueda corregir el rumbo y ponerlo hacia el norte-democrático. Ejemplos se saben y se ven en todos los continentes. No olvidar “los errores no se cometen por segunda vez, la primera es error… la segunda ya sabemos lo que nos va a pasar”.