Por: Néstor Giraldo.

La terna hispano-galo-colombiana, enfrento un encierro bien presentado y de comportamiento noble como se hace habitual con el hierro de Ernesto Gutierrez.

El astro sol brilló como brilló el magisterio del maestro valenciano Enrique Ponce quien dejó en el ruedo manizaleño toda su sapiencia, toreria, elegancia y prestigio del cual nunca se olvidarán los asistentes que llenaron de bote en bote el coso de la capital caldense. Produce nostalgia saber que el maestro de Chiva ya no va a estar mas en los carteles de Manizales.

Los ejemplares de Ponce, al primero le ejecutó quite por chicuelinas y posterior faena a media altura por los dos pitones de calidad al estilo del valenciano. El espadazo entero y efectivo fue valorado con la oreja. No se puede torear mas lento, con mas cadencia y ritmo en el cuarto, calificando la faena como de catedra. Se llevó fuerte y aparatosa voltereta que lo dejó maltrecho por algunos minutos pero volvió a la cara del toro para interpretar al final la poncina, logrando la locura en los tendidos. La estocada fulminante provocó la explosión En los aficionados que marcaron la concesión de las dos orejas.

La obra de Sebastian Castella en el segundo fue cumbre con estatuarios, derechazos y naturales en redondo todos ligados y de una quietud impavida. Los aceros impidieron el triunfo de las dos orejas que cambió por los tres avisos que no  fueron obice para obligarlo a salir a saludar. Para olvidar fue el quinto, garbanzo negro del encierro. Distraido, sin transmisión, pasando sin celo en la muleta, en una sola palabra, un manso de libro que ademas presentó dificultades maximas a la hora de la suerte suprema. Dos espadas y dos descabellos pusieron fin a la pesadilla, recibiendo palmas tras aviso.

La presentación de Juan de Castilla estuvo basada en la firmeza y solidez con la que interpretó el toreo. En el tercero estuvo inteligente dando espacios y sitio al noble ejemplar de Ernesto Gutierrez. Es de anotar como se ha dicho en otras cronicas que lo fundamental del torero paisa radica en la actitud. Lamentablemente no estuvo acertado con los aceros perdiendo los trofeos. La faena con el que se cerró la tarde y la feria fue firme, maciza y contundente. Le da mucha distancia a los toros, embarcandolos con la muleta muy adelante, tirando de ellos y ligando los muletazos con el engaño bajando mucho la mano. En esta ocasión la estocada viajó de manera acertada y paseó el doble trofeo.

Se desmonteraron Carlos Manuel Rodriguez en el tercero y Emerson Pineda en el sexto.

Foto: Cortesía de Diego Alaís