De las constantes que se han venido presentando en la feria de Bilbao son la falta de fuerza, de casta y de trapío de algunos ejemplares sin que hayan sido excepción la corrida en la que se despedía el maestro Enrique Ponce.

Lamentablemente al encierro de Daniel Ruiz no se le cortó una sola oreja, en un cartel de máxima expectación por la presencia del maestro valenciano en su despedida, la segunda comparecencia consecutiva del peruano Andrés Roca Rey y el fino diestro sevillano Pablo Aguado.

Una muy sentida, sensible y emotiva vuelta al ruedo dio el diestro de Chiva en el cuarto, agradeciendo a los aficionados el cariño que se le profesa.

Así se expresó el maestro Ponce: “Lo que yo he sentido aquí ha sido muy fuerte, es una de las plazas en las que ha habido algo especial siempre. Es una plaza muy importante. El toro se ha venido abajo muy pronto. Intentaba mimarle, pero a la distancia corta me pegaba cabezazos… He tocado todas las teclas pero el toro se iba apagando. No ha ayudado a tener un final bonito. Me habría gustado cuajar una faena de las mías, pero hay que aceptar las cosas y el toreo es así. Me voy contento porque ha habido buenos momentos’

Tanto Roca Rey como Aguado que fueron ovacionados, brindaron sus astados al torero de época Enrique Ponce quien destaca no solo por su estética, valor y entendimiento de los astados sino también por su caballerosidad, su cultura, cortesía y señorío.