TRISTEZA
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- 15 agosto, 2021
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Invadido por el desánimo, el pesimismo y los acontecimientos desfavorables como la inseguridad desbordada por los que está atravesando el pueblo colombiano pareciera no tener solución, ni final.
Por: Leopoldo Portilla Mesa.
Para quienes tienen la autoridad y el deber de procurar conducir al país por un camino de tranquilidad y bienestar hasta el momento no lo han logrado. Su fracaso es evidente. Presidente y alcaldes -próximo a cumplir su periodo el primero- y los segundos aún les resta un tiempo más extenso, no encuentran el norte. Críticas severas y polémicas hasta de los mismos partidarios están a la orden del día particularmente por el manejo que vienen dándole a temas tan complicados como el de la pandemia, la protesta social, la seguridad, los planes de inversión, incluso sus relaciones con las diferentes ramas del poder.
La baja aceptación de los habitantes es manifiesta. Así lo quieran mostrar de una manera diferente, algunas empresas encuestadoras publicando resultados que favorecen a personas inmersas en el tema político, con las que más se identifican. Desde luego con la colaboración de medios audiovisuales, radiales e impresos. El caso de la alcaldesa de Bogotá es lamentable. Se le ha formulado el cargo de gastar 6.500 millones de pesos en publicidad en el tiempo transcurrido de su desempeño. Prosigue tácitamente en su campaña hacia la presidencia. Abucheada fuertemente por vecinos -víctimas de todos los desastres- en un reciente recorrido por los lugares que se han tomado los integrantes de la primera línea desde el 28 de abril, con los cuales ha mostrado a todas luces su empatía. La crisis de seguridad es histórica. En tres días de la semana que concluye se han presentado igual número de balaceras, una en la localidad de Usaquén, cuando varias personas robaron un local comercial; la segunda en Chapinero, en donde un joven se resistió a un hurto y recibió un impacto de bala en el abdomen; y la tercera en el barrio ciudad Berna, cuando dos sujetos extranjeros, al resistirse a una requisa, le dispararon a dos policías, asesinando a uno de ellos. A esto se suma la quema de un bus que llevaba apenas dos días de operación en la localidad de Suba. Y unos días atrás los desmanes en el estadio El Campin, tras lo cual la mandataria fue criticada fuertemente, sobre todo en el Concejo, en donde la oposición a la burgomaestre ha venido creciendo, más aún en medio de sus duras polémicas con los senadores Gustavo Petro y Gustavo Bolívar alrededor de los actos de vandalismo que aún persisten y de los cuales se les sindica de estar subvencionando.
El manejo de la pandemia y el plan de vacunación no ha sido el ideal, siempre deslegitimando las acciones del gobierno nacional. Igualmente sobre la actuación de la Fuerza Pública especialmente la del -Esmad- ante los actos de vandalismo, fuerza a la que irónicamente ha tenido que acudir en los últimos días y a la que pretendía desaparecer. Por esto y otras acciones equívocas se encuentra enfrentando duras y merecidas críticas. Razones que ponen en tela de juicio los resultados de la encuestadora en la que aparece con un poco más del 60%. La improvisación es su común denominador. La realidad es otra.
La visceral oposición de Petro y Bolívar los ha llevado a mentir, cuyos efectos rechazados firmemente por la mayoría ciudadanía en cuanto hace referencia al plan nacional de vacunación, repugna. En la cuenta de twitter del primero de ellos apareció en los pasados días un texto en el que afirmaba que las vacunas que se están aplicando no servían para controlar la pandemia. Nada más falso. En una entrevista radial cuando le inquirieron por esto, respondió con una risa sarcástica y cínica. Y la misma encuestadora viene sosteniendo desde hace meses que este ciudadano -según sus indagaciones- es el llamado a reemplazar al actual presidente. ¡Qué desfase!