Dentro de toda la jerga que está utilizando el candidato de la izquierda y su fórmula vicepresidencial aprovechándose del desconocimiento de la sociedad agobiada su -lenguaje inclusivo- la llevará al desengaño total si acceden al poder.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

El cambio o transición política que propone el candidato presidencial de la izquierda deriva desde hace años del aprovechamiento de los conflictos que vienen sucediéndose en el país. Interés que le ha permitido cohonestar con esos protagonistas escudándose desde su posición política. La frágil democracia que está siendo amenazada -ahora más- por el error garrafal del Registrador Nacional ha dado pie a conjeturas por parte de los honestos electores que están viendo asaltada su buena fe, calificándolo de inexperto y favorecedor de la coalición del Pacto. Se espera que la duda del fraude electoral (así lo catalogan expertos en el tema desde el exterior) se aclare, porque se sabe muy bien que la Democracia se asegura y descansa con la trasparencia del proceso electoral. Lo que no ha sucedido hasta el momento.

-Los colombianos priorizan y exigen al próximo gobierno una educación de calidad para sus hijos, básica, media y superior. La evaluación a los profesores.

-Una formalidad gradual para los microempresarios con el apoyo del Estado.

-La reestructuración del microcrédito para los agricultores. El Banco Agrario sería la entidad que dedicara la mayor parte de sus recursos a los pequeños cultivadores, a las cooperativas, afiliados y proveedores, propietarios de negocios que sucumbieron en este tiempo de pandemia.

-Una reforma estructural a la justicia que sea simple, rápida y eficaz.

-Se necesita una protección y preservación de la riqueza ambiental del país.

-Igualmente la asistencia social a las mujeres cabeza de familia. Muchas de ellas ganan menos de un salario mínimo.

-Reducir el número de Congresistas.

-La seguridad y la violencia que aquejan a los ciudadanos sean controladas. Cifras alarmantes durante el paro nacional se registraron. 3.603 bloqueos, 179 actos terroristas y más de 1.700 uniformados heridos. El presidente quien es el jefe supremo debería tomar determinaciones como por ejemplo de militarizar las ciudades sin la consabida autorización de las autoridades locales.

-Eliminar el tratamiento especial para ciertas violencias que conduzcan a representaciones políticas.

Estas peticiones no tienen cabida en el programa de democratizar (leáse expropiar) del candidato referido.