De su plaza talismán se despidió el torero madrileño con una oreja cortada al 4º de la tarde pero hubiera podido salir a hombros por la Puerta Grande del coso Bilbaíno si a la hora de la verdad la toledana en su primer viaje hubiera caído en los blandos.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

Se acerca la hora definitiva del retiro indefinido de Julián López “El Juli”. Su presentación en la plaza Vista Alegre de Bilbao en la tarde de este sábado 26 de agosto, los aficionados vascos lo  esperaban con los brazos abiertos, con ansiedad, por ser la última oportunidad de observar a su ídolo que tantas y tan exquisitas tardes les prodigó y ante la seria corrida de Victoriano del Río. Un nutrido repertorio de excelsa tauromaquia que desafortunadamente no fue firmada debidamente en el primero de su lote, que a la postre le significó el impedimento para completar el premio requerido para abrir la Puerta Grande. En el 4º de la tarde segundo de su lote y bajo una impertinente y fuerte lluvia exhibe un contenido diferente, aplaudido a rabiar. Una oreja. Deja “El Juli” una huella imborrable y de las más importantes para la historia y el futuro del toreo.

Dos señorazos del toreo le acompañaron en el cartel muy bien contrastado, por donde se le mire, toreros y toros indiscutidos, razón por la cual no se entiende porque Vista Alegre no se llenó. Roca Rey considerado el más taquillero y poseedor del cetro, todo cuanto atesora como profesional y admirado por los terrenales que le siguen, vio frustrada su actuación. Algo parecido aconteció  con Paco Ureña. Toda la exquisitez realizada con la -mano de cobrar- en el 5º no le alcanzó para redondear el triunfo. La tizona da y quita. El desencanto apareció en el 2º de la tarde que adoleció de casta. Condición necesaria para el éxito del matador de turno y también para el ganadero.