• 18 octubre, 2024

DOSIS DE PACIENCIA

La situación actual en Colombia cada día se complica más. La pandemia que deja enseñanzas a la parte científica, a los dirigentes políticos que deben estar en consonancia y a la ciudadanía que debe atender todas las indicaciones de las autoridades sanitarias.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

No se puede ignorar periodísticamente lo que sucede en éste país, de sus acontecimientos y de los procederes de quienes ostentan el poder. También de los que hacen oposición y torpedean minuto a minuto las decisiones, algunas de ellas poco acertadas, de las autoridades responsables del manejo de la nación. Diariamente el ciudadano de a pie se despierta con noticias muy conmovedoras que se hacen insolubles por la ineficacia de las entidades gubernamentales. La inseguridad, la ola de violencia, que sacuden a la nación y a varias -por no decir todas- las regiones, marcan índices muy preocupantes. A esto debemos adicionar el plan de inoculación contra el covid 19 que no se cumple a rajatabla. Ha faltado solidaridad, parece no haberse entendido este principio fundamental y el riesgo de contagio aumenta y la gente a pesar de esto se salta la fila ocasionando que la meta propuesta por el gobierno no se pueda cumplir en el número de personas vacunadas y en la fecha indicada. La indisciplina común denominador en todas las acciones de los colombianos los lleva al irrespeto, a la insolidaridad y por esto se recurre al tráfico de influencias.

Lo otro es la situación que se presenta en este primer trimestre del año,  el de la violencia que ha seguido a la firma del cuestionado Acuerdo de Paz. Críticas llueven intensamente al gobierno  por parte de las Asociaciones Internacionales de Derechos Humanos debido -dicen- al poco interés mostrado. Esta violencia está propulsando nuevas formas criminales en las ciudades. Era de esperar que algunos de los antiguos combatientes se insertaran en nuevas redes criminales y otros delinquieran en las disidencias. Además, los antiguos territorios y negocios ilícitos de la guerrilla fueron copados violentamente por diversos grupos ilegales armados.

A esta inseguridad pronosticada hace 4 años, se suma la migración masiva de venezolanos. Aunque no existen estudios detallados sobre su participación en las redes criminales en Colombia, los miembros de la fuerza pública expresan su preocupación por el aumento de ciudadanos de éste país involucrado en asuntos criminales.

Por si fuera poco la fuerza pública ha perdido el afecto que le tenía la ciudadanía y continúa en el ojo del huracán. El liderazgo en el sector seguridad y defensa no pasa por sus mejores momentos. Los ministerios de Defensa, de Justicia, del Interior y la Consejería en la materia están descoordinados o desconectados. Lo mismo pasa a nivel de departamentos y alcaldías. El actual gobierno parece haber sido desbordado por una criminalidad más intensa, sofisticada y violenta. La inseguridad erosiona su imagen y legitimidad y le seguirá pasando factura.  Da la impresión que se sienten cómodos imponiendo restricciones de movilidad y controles policiales.

Por su parte, el gobierno nacional no parece ser capaz de resolver los problemas de violencia como el asesinato de los líderes sociales, las masacres o el control de las regiones fronterizas. Mientras tanto el colombiano de a pie sigue expuesto al robo común, que cada vez se torna más letal. No es percepción… es  realidad. ¡Paciencia…Paciencia! ¿Pero hasta cuándo?

“No olvidar que todo es posible si se añade la dosis exacta de paciencia”.

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