Los toreros Joaquín Galdós del Perú y Luis Miguel Castrillón de Colombia han terminado sus relaciones profesionales con sus respectivos apoderados. El primero de ellos con Julián Guerra y el segundo con el ex-matador de toros Tomás Campuzano.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

No cabe duda que la sorpresiva presencia del Covid 19 en el planeta revolcó y truncó su desarrollo. Los inimaginables negocios de fuerte músculo financiero tambalean y otros de menor resorte desaparecieron. El mundo del toro golpeado como el que más, parece estar saliendo del naufragio, gracias a los salvavidas e inteligentes hombres que son protagonistas y han ideado formas y figuras para que en lo que va corrido de estos largos meses de pandemia, se hayan celebrado una cifra mayor de los 500 festejos mayores y en más de trescientas localidades de la geografía española. Sitio al parecer hubo para todos los toreros y ganaderos que con su ayuda y afición desmedida hicieron posible que la tauromaquia no se ahogara.

Este prólogo para decir que para algunos toreros la situación continúa cuesta arriba. El caso del espada peruano Joaquín Galdós que su andadura europea entre el 2020 y 2021 no fue la deseada. Seguramente este ha sido el motivo de su rompimiento con su apoderado Julián Guerra, dentro del marco de la sensatez. Otra cosa tal vez sucedió con el torero colombiano Luis Miguel Castrillón que posterior a sus presentaciones en las ferias Colombianas que aún subsisten y algún festejo toreado en la provincia, no ha vuelto a estar frente a la cara de los toros, hasta hace algunos días, en un ciclo tradicional en la ciudad de Manizales -Toros y Ciudad- del cual salió triunfador. Muy poco para un torero de futuro. Esto debió precipitar su decisión de dar por finalizada su relación profesional con Tomás Campuzano.