• 5 noviembre, 2024

INCAPACIDAD E INCERTIDUMBRE

La política de manejo del coronavirus en Bogotá definitivamente se salió de las manos. Su alcaldesa y los funcionarios que le acompañan están en evidencia según los resultados y quejas de los habitantes que no se pueden atender en hospitales ni clínicas de la ciudad porque la capacidad de que tanto se ufanaron es insuficiente.

Por: Leopoldo Portilla Mesa.

Se va a cumplir un año el próximo 6 de marzo, fecha en la que se dijo que en Bogotá y Colombia se presentaba el primer fallecimiento a causa del coronavirus. Ha transcurrido mucho tiempo desde entonces escuchando a la administradora de la ciudad explicando los planes que de inmediato se pondrían en marcha para prevenir y poder controlar la pandemia. Siempre con sus constantes y casi diarias apariciones en los diferentes medios de comunicación, ufanándose que la planificación diseñada los habitantes de la capital no tenían por qué preocuparse. La verdad es que al día de hoy la capital se encuentra en alerta roja y con el cupo a full de las UCI. Su algarabía populista siempre en plan camorrista en contra del gobierno central durante todo este tiempo, solamente le ha servido para confirmar a estas alturas, las duras e incontestables críticas del más humilde y del más pudiente bogotano.

Engaño total, en la información de las cifras y en la capacidad para atender a los contagiados en las UCI, a tal punto que ha tenido que salir el secretario de salud a auto inculparse y reconocer el error de haber declarado que la ciudad tendría las camas suficientes para atenderlos. Por esta grave irresponsabilidad se debe la ausencia de la alcaldesa de las cámaras, micrófonos y periódicos digitales e impresos. El pecado acobarda. Se confirma una vez más que estos funcionarios de tendencia izquierdista, su desequilibrio no les permite ser buenos administradores. Ejemplos tenemos. Los últimos antecesores que ocuparon ese cargo a excepción de Enrique Peñalosa, dejaron a la ciudad con un retroceso de 20 años. En lo económico es mejor no acordarse. Una de las equivocaciones garrafales de Petro fue haber cambiado la política de recolección de basuras y haber comprado a una empresa de los Estados Unidos un número importante de camiones recolectores, algunos de ellos necesitaban de reparación y otros -muy pocos- prestaron el servicio, que a la postre resultó deficiente por el mal manejo de quienes tenían a cargo la dirección del mismo. Ahora se encuentran abandonados y totalmente inservibles en un parqueadero. Se perdió ese dinero. Dinero de los capitalinos, de sus impuestos, que en muy raras ocasiones los ven reflejados en la infraestructura de Bogotá.

Se necesita de una información clara y precisa para enfrentar este fenómeno del covid19 que tiene abocada a la capital en una crisis económica, como al resto del mundo.

Incapacidad e Incertidumbre, Desaciertos, en la planificación y estrategias para corregir la inseguridad y la política de salud que tanto se necesita por la emergencia que se atraviesa. La renuncia es una buena opción y quedaría menos mal.

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